Cómo impacta la inflación en la clase media: el consumo como ahorro

Las personas son cada vez más cuidadosas a la hora de comprar pero, sin embargo, siguen consumiendo. Evitan compras de alto costo y eligen gastar más en elementos esenciales, experiencias y servicios.

CLARÍN por Natalia Muscatelli

La acelerada pérdida de valor del peso como consecuencia de la escalada inflacionaria está acentuando determinados hábitos de consumo. Mientras las clases bajas sacan músculo haciendo malabares para comprar los productos básicos para vivir, las clases medias y altas que consiguen finalizar cada mes con algín excedente en sus ingresos, lo destina a gratificaciones más inmediatas o adelanta consumos como posibilidad de ahorro.

Mariela Mociulsky, directora de la consultora Trendcity explica al respecto: “superada la crisis de la pandemia que dejó entre paréntesis buena parte de las actividades productivas, la clase media argentina hoy busca mitigar el impacto de esta carrera contra reloj en pos de mantenerse en la línea de flotación”, dice aludiendo al impacto de la suba descontrolada de los precios “.

En este sentido, la última medición oficial mostró una suba del 8,4% mensual -en abril- que eleva la variación interanual de la inflación al 108,8%. Una celeridad que claramente no llevan los salarios. Además, si el promedio de la inflación general amedrenta, tanto más si se considera que la mitad de los rubros que componen el indice de precios (IPC) acumula subas por encima de ese nivel. 

Entonces, al compás de esta urgencia de la población para hacer valer sus ingresos en pesos, empieza a surgir el consumo como ahorro. Ya sea desde la compra de stock en el supermercado hasta la adquisición de bienes culturales, por ejemplo. Este es un atajo que capitalizan los espectáculos masivos cuya venta de entradas se agota en menos de 24 horas.

“Es que si el dinero pierde valor minuto a minuto, un ticket adquirido en marzo para un recital que llegará en noviembre es un claro ejemplo del consumo como ahorro”, señala la analista. El ejemplo más claro es el récord de ventas que batió la banda británica Coldplay cuando en junio del año pasado agotó 10 fechas para el show de noviembre en el estadio de River Plate. ¿Fue el fanatismo por Chris Martin o la desesperación por hacer rendir el dinero?”, plantea.

Entre los estudios realizados por Trendsity sobre Expectativa del Consumidor, surge que este fenómeno se desprende del escenario inflacionario: El 43% de los encuestados afirmó que “con lo que me sobra por mes aprovecho a darme un gusto personal”. Los resultados avalan esta tendencia que tiene su origen en la dificultad por comprar bienes durables o acceder a un crédito.

Por lo tanto, surge otra particularidad: el impulso, la compulsión por vivir experiencias efímeras, cuya temporalidad compensa cierta frustración. El dilema de viajar al exterior, los obstáculos que impiden planificar a largo plazo o los programas que se suspenden hasta nuevo aviso impulsan que gran parte de los jóvenes, por ejemplo, prefiera viajar y “acumular experiencias” antes que intentar acceder a un crédito para un primer hogar.

En otro de los estudios de la consultora elaborados sobre una base de 1000 casos, se determinó que 8 de cada 10 argentinos considera que su economía no mejorará durante 2023. Las compras más pequeñas, la multiplicidad de canales, y los comercios de cercanía surgen entre los nuevos hábitos. El 71% afirma que compra en varios lugares, mientras que el 62% dejó de adquirir productos para almacenar.

De acuerdo con un estudio de KPMG, realizado a nivel regional, existen tres grandes vectores que están cambiando el comportamiento del consumidor: 1) el escenario inflacionario, 2) la adhesión a la defensa de la sustentabilidad y responsabilidad social, y 3) la dinámica de los binomios (tiendas virtuales y físicas, vuelta a la oficina y home office).

A pesar de las adversidades económicas, según este informe, las personas son cada vez más cuidadosas a la hora de comparar pero, sin embargo, siguen consumiendo. Evitan compras de alto costo y eligen gastar más en elementos esenciales, experiencias y servicios.

Según Eugenio Orco, socio líder de la Industria de Consumo y Retail en KPMG Argentina, “ los resultados de la encuesta son tendencias regionales que también se están comprobando en la Argentina. La crisis económica ha vuelto más conservador al consumidor, pero al mismo tiempo más exigente y selectivo porque tiene acceso a más información sobre productos y servicios, y por eso toma decisiones más racionales cuidando mucho su billetera”.

“La clase media, especialista en los malabares, se las rebusca para que ninguno de sus valores caiga al suelo. Arroja alguno que otro por el aire mientras afianza aquel que, aunque le representa un esfuerzo, no quiere perder, reflexiona finalmente Mociulsky. “Destreza, reflejos y resiliencia: la fórmula para sostener ese delicado y frágil equilibrio”, dice.

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