Una sociedad del bienestar basada en datos: ventajas y alarmas detrás del boom de relojes inteligentes y rastreadores de salud

Los relojes inteligentes y pulseras deportivas permiten hacer una cuantificación de nuestro cuerpo, con una precisión sin precedente, pero los expertos advierten que no debe sustituir ni a los profesionales de la salud ni a la propia percepción sobre el cuerpo

LA NACION por Clarisa Herrera

La diversa oferta de rastreadores de actividad física e indicadores de salud -que evolucionaron a partir de los podómetros, que simplemente cuentan el número de pasos que ha dado una persona- es una verdadera revolución para el ámbito de la salud y el bienestar. En virtud del desarrollo y el perfeccionamiento de tecnologías, algoritmos y sensores, es posible -con una precisión como nunca antes- recopilar, procesar y exhibir datos biométricos que van desde la frecuencia cardíaca hasta el estrés, entre muchas otras funciones y signos vitales.

Se trata, en efecto, del concepto Salud 4.0, que es la incorporación de estos dispositivos cada vez más sofisticados en el cuidado de la salud.

No solo han eliminado la barrera entre los productos de consumo y los dispositivos médicos, sino que son un verdadero boom que evidencia la conjunción de varios fenómenos. Pero ¿son realmente útiles los datos que proveen este tipo de dispositivos?, ¿Existe una obsesión por la medición y por el dato conforme se perfeccionan estas tecnologías?

GlobalData de hecho, predice que para 2024 la industria de los rastreadores de actividad física tendrá un valor de 3900 millones de dólares. Según la firma de inteligencia comercial Morning Consult, 2 de cada 5 adultos en la actualidad utilizan este tipo de servicios de monitoreo. “Las motivaciones difieren, pero el 75% de los usuarios admite que usan aplicaciones para controlar el estado físico y el ejercicio, mientras que el 48 % realiza un seguimiento de su sueño y el 46 % controla el peso”, cuenta Mariela Mociuslky, CEO de Trendsity.

Optimizadores de salud

Francisco Montoya, Director General de VML Health Latam, señala que algunas compañías han definido a este grupo de usuarios en crecimiento como health seekers, personas que buscan estrategias de cuidado integrales y que se apoyan en la tecnología para “simplificar pasos, tener información más certera y relacionarse con la data para tomar decisiones”.

“Hay usuarios que los comienzan a adoptar solo para elevar el grado de autocuidado”, explica Montoya. El ejemplo más claro es “Freestyle Libre” de Abbott, que si bien es un monitor de glucosa para pacientes con diabetes, es utilizado (aun sin tener la enfermedad) para vigilar picos de glucosa y conocer la reacción de su organismo a ciertos alimentos. “Antes solo queríamos conocer el peso y punto, ahora las básculas de estos dispositivos están llenas de tecnología que permite conocer más valores. El mercado se perfecciona, pero es un hecho que el usuario también está en búsqueda de datos cada vez más exactos”.

Mociulsky coincide en que existe un imperativo de época -la “optimización personal”– detrás del éxito de estos dispositivos. “Poder alcanzar la mejor versión de uno mismo, y la optimización de la energía, los ciclos, de descanso y de actividad, permiten alcanzar idealmente una mejor versión del propio cuerpo, del rendimiento y también repercute en la gratificación y orgullo por los propios logros. Además, en muchos casos se convierten en objetos inspiracionales, que proveen cada vez mayor especificidad, y eso funciona como un diferencial de conocimiento y también de status”, señala, aunque aclara que de ninguna manera sustituyen las consultas y estudios médicos. “Son los profesionales los que pueden diagnosticar y analizar debidamente los indicadores y dar recomendaciones al respecto”, enfatiza.

De hecho, desde el ITBA señalan que el sistema de salud sigue de cerca la evolución de estos dispositivos con el objetivo de llegar a un futuro cercano en que el paciente vaya cada vez menos al hospital y solamente en situaciones justificadas. “Cuando nosotros proporcionamos o compartimos estos datos con un profesional de la salud podemos tener el beneficio del monitoreo remoto, es decir, que una persona del ámbito de la salud pueda ir viendo cuando se puede disparar alguna alarma y cuando es necesario una consulta en el hospital. Para ello, es necesario que los pacientes se puedan monitorizar en casa”, resalta Paula Bonomini, Directora de la carrera de bioingeniería del ITBA.

Desde la institución afirman que últimamente, se puso muy de moda un área dentro de la medicina que es “medicina de precisión”, que justamente aprovecha toda la información que dan los sensores para poder aplicar un tratamiento personalizado. “En la dimensión sobre investigación de la salud son extremadamente potentes porque nos permite hacer una recolección de datos en escenarios completamente reales”, agrega Bonomi.

Lucas Najun, Healthcare & Life Science Partner de Globant, coincide en que se consolida una forma holística de mirar la salud, con datos objetivos al nivel de consumidor general, mientras que hay un foco renovado desde organizaciones de salud como obras sociales, seguros de salud, medicina prepaga hacia una medicina preventiva. “Hay que tener en cuenta que hasta no hace mucho, algunos de estos dispositivos o no eran asequibles, o estaban reservados al ámbito hospitalario y médico”, cuenta. Y agrega que hay varias razones que convergen, además de la existencia de dispositivos asequibles para el público general. “Por ejemplo, el empoderamiento de las personas en temas de salud y la disponibilidad de información a mano (Google, redes sociales, portales específicos), aspectos sociodemográficos (algunos reportes de mercado citan a la generación millenial como la principal responsable del crecimiento de la demanda de estos dispositivos en el marco de la búsqueda de bienestar) y un efecto pandémico (previamente, este tipo de oferta y servicios era algo exclusivo, quizás de lujo, mientras que en la pospandemia se ve una oferta más generalizada y con un fuerte componente en el bienestar físico pero también emocional.”

El mito de los 10.000 pasos

Muchos usuarios son fanáticos de alcanzar su objetivo de “10.000 pasos al día” o los múltiples “premios o reconocimientos” al alcanzar ciertas metas que establecen estos dispositivos, lo que brinda una sensación de logro. Todo esto a pesar de que los “10.000 pasos al día” fue un concepto acuñado por el primer fabricante japonés de podómetros simplemente “porque sonaba pegadizo”. Durante los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, se anunció el podómetro “manpo kei”, que se traducía directamente en un “medidor de 10.000 pasos”. Aunque no existía una gran cantidad de investigaciones detrás de esta cifra, el mito y el estándar se han mantenido.

No hay duda que parte del éxito de estos dispositivos es que muchas personas se han convertido en adictas a los datos y a la gamificación del fitness, del bienestar y del estado de salud.

“El concepto de “superación” en diferentes niveles de la mano con diversas estrategias de gamificación está presente en el uso de estas tecnologías y se convierten en parte de nuestro ecosistema de cuidado”, resalta Montoya.

Najun explica que se trata de dispositivos que ayudan en objetivos que son difíciles, y que están enmarcados dentro de este paradigma de “esfuerzo hoy” por una recompensa a “largo plazo”. “Arrancamos el año comprometidos con hacer ejercicio, con una buena alimentación o con dormir mejor, pero luego sostenerlo se complica. Las funcionalidades y el diseño de muchos de estos dispositivos atacan este punto, lo hacen más fácil, más entretenido, a veces compitiendo contra otros, o con aspectos tipo red social”. El especialista agrega que han desarrollado junto y para Apple un producto que incentiva a los usuarios a generar mayor compromiso con el ejercicio físico. “Hemos visto que luego de 12 meses los usuarios han generado 76% más minutos de ejercicio y 2,3 veces más días activos por mes. Eso es algo muy positivo”, puntualiza.

Sin embargo, si bien los rastreadores de salud pueden proporcionar información valiosa sobre la actividad física, no son infalibles. De hecho, pueden ser propensos a proporcionar datos inexactos, lo que puede tener consecuencias negativas para la toma de decisiones en materia de salud.

“Confiamos en la precisión de la tecnología, pero nos quedamos con los dispositivos siempre y cuando las garantías de experiencia, seguridad y precisión existan en todo el circuito de ayuda”, señalan desde VML Health.

De la medición a la distorsión

Si bien estos dispositivos pueden colaborar a alcanzar los objetivos de salud, lo que puede comenzar como una influencia positiva puede tornarse en un peligro a la salud mental de algunas personas al tener un acceso constante a sus datos biométricos sin una supervisión adecuada.

Mociulsky señala que un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo sobre el tema advirtió que el uso de este tipo de aplicativos puede generar mayor preocupación por sobre el beneficio que aportan los datos. “En caso de personalidades adictivas, con comportamientos obsesivos de cuidado del peso, puede también generarse algún tipo de dependencia o preocupación constante. Por ello, se resalta la importancia del uso responsable de estas tecnologías y de la necesidad de continuar con la asistencia de profesionales”, agrega.

Un punto que todos los especialistas señalan es que si bien los rastreadores de actividad física y salud pueden ser útiles para monitorear progresos, no deberían ni sesgar ni reemplazar la propia intuición, conciencia y conocimiento del cuerpo.

En una entrevista con la publicación NPR la psicóloga Pamela Rutledge señala que las personas han comenzado a confiar en la tecnología basada en datos para determinar cómo se sienten, en lugar de depender de sí mismos. “En su mayor parte, la gente responde muy positivamente en cuanto a que son una herramienta de motivación/gamificación. En realidad es muy fácil para algunas personas preocuparse por el objetivo cuantitativo en lugar del objetivo cualitativo del bienestar o el fitness. Cuántos pasos diste nunca puede ser tan importante en relación con cómo te sentís”, reflexiona.

¿Cómo reducir estos riesgos? Para los expertos es fundamental utilizar los datos de estos rastreadores junto con otras fuentes de información, como las propias sensaciones físicas y los consejos de los profesionales de la salud. Además -y fundamentalmente- esforzarse por ver los datos de los sensores en un determinado contexto, sin darles demasiado peso ni en la percepción ni conciencia corporal ni en la toma de decisiones respecto de la salud y el bienestar.

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