Por qué la pandemia resultó ser el desafío menos pensado para la generación senior

INFOBAE

Tendencias. Por Agustín Gallardo

Los mayores de 60 tuvieron que reconfigurar el terreno que habían conquistado con la nueva longevidad. Especialistas consultados por Infobae sostienen que la crisis que genera el confinamiento es la puerta para visibilizar las necesidades vitales de los adultos y generar una sociedad más inclusiva.

“Me cortó todas mis actividades, mis cursos, mis prácticas de yoga, los cafecitos con amigas, me parece demoledor”. La que habla es una mujer de 72 años, a la que se le consultó en una encuesta cómo afectó su vida la pandemia. Ella, al igual que otros hombres y mujeres de su edad, viven la adultez con energía y ocupados con un sinfín de actividades de la que disfrutan y los hace sentirse en la plenitud de la vida.

Envejecimiento activo, experiencia y vitalidad. De eso se trata parte del -conocido ya- universo senior que está en plena revolución desde hace unos años. En la Argentina hay cerca de 6 millones de mayores de 60 años que integran una enorme diversidad de trayectorias de vida y capacidades. En ese colectivo +60 hay una fuerte apuesta a los beneficios de la actividad física y los hábitos saludables. Este paradigma avanza desde ya hace unos años a nivel global.

Ahora bien, ¿qué pasa con esta vitalidad a flor de piel de la adultez cuando sucede un “error de cálculo” imprevisto, en este caso, una pandemia que atraviesa al mundo y genera una reconfiguración obligada la última etapa de la vida? Esta situación inédita golpea de cerca -y de un modo especial- en la edad adulta.

Identidad senior

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¿A qué llamamos generación senior específicamente? En líneas generales, se toma a las personas adultas de 60 años para arriba. Sin embargo, hay quienes dicen que este período de la vida arranca un poco antes, a los 50 o incluso a los 45. “Es algo subjetivo”, dice a Infobae Sebastián Campanario, economista, periodista y autor del libro Revolución Senior, en relación al comienzo de esta etapa de la vida.

“Dentro de 20 años va haber más de 50 países en el mundo con una estructura con un tercio de la población de más de 60 años. Este cambio no es algo que se viene, sino es algo que ya está ocurriendo”, apunta Campanario.

Sin dudas, ya estamos atravesando un momento muy particular donde la expectativa de vida ha venido creciendo considerablemente en relación a otras generaciones. “Se ha iniciado la era que algunos llaman la era de la longevidad, gracias a la mejora en los antibióticos, la nutrición reforzada y los avances en medicina, prácticamente duplicaron la expectativa de vida en las últimas décadas. Las estimaciones indican que la población de 60 o más, se duplicará para 2050. Japón y Europa están a la cabeza en la lista de poblaciones ya envejecidas”, dice a Infobae Mariela Mociulsky, CEO de la consultora Trendsity.

Desde hace ya un tiempo que se está pasando de ser adultos caracterizados como el abuelito que solamente cuidaba a los nietos, estaba en su casa y tenía una vida más pasiva, a una etapa más vital con proyectos, acciones y actividades varias. “Una etapa que ya no tiene un nombre que los defina satisfactoriamente para ellos, se estaba hablando de un ¨tercer tiempo¨, una etapa de búsqueda de disfrute y vitalidad. La edad cronológica de este grupo no se condice con su agenda de los últimos tiempos, con sus intereses actuales, con su rutina y su vida diaria. Son parte activa, ocupada y llena de intereses de la sociedad, que estaba cobrando lentamente mayor relevancia y visibilidad”, explica Mociulsky.

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Diego Bernardini, doctor en Medicina y profesor titular de Salud del adulto mayor en la Universidad de Mar del Plata, autor del libro “La segunda mitad, vivir la nueva longevidad”, comenta que no encuentra una edad exacta para posicionar a esta generación dentro de un rango etario. “De hecho no me gusta hablar hablar de Generación Senior. El anclaje está puesto en la edad, que claro, existe. Pero la edad representa de alguna manera el reflejo de pensar la vida en etapas rígidas, como se pensaba en la etapa de la Revolución Industrial en el siglo XX, donde había una etapa de educación, una de trabajo y otra de jubilación”, explica.

“Hoy la vida -sigue Bernardini- lo que estamos viendo, tiene múltiples transiciones. Cada vez encontrás gente mayor que decide estudiar, emprender, largarse a correr una maratón, enamorarse o tirarse en paracaídas. Decide cosas sin depender de su edad. Entonces el “senior” que es un concepto que viene de Estados Unidos y que tiene que ve con los 50 años, este inicio de la trasformación, del cambio de pensamiento, se genera de manera continua a lo largo de la vida. Hay un momento muy interesante que es la transición de la edad mediana, que suele estar ahí en los 50. Yo lo pongo ahí porque es simbólico, son los 50, es el medio siglo de vida, te convertís, como quien dice, en un cincuentón. Pero los médicos que tratamos a las personas mayores, solemos hablar de la funcionalidad, que es la forma que tiene esa persona de aprovechar todas sus capacidades intrínsecas. Esto tiene que ver con el equilibrio, su capacidad muscular y reserva cognitiva, su capacidad de mantener los afectos sociales. Para esto, la edad no es un condicionante como se veía quizás hace un tiempo atrás. Por eso a mí me gusta hablar de la segunda mitad”.

La extensión de la expectativa de vida cruzada con la pandemia y la vulnerabilidad

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Esta pandemia nos toca, a todos por igual, nos involucra -y preocupa- a todos en mayor o menor medida. Pero los adultos mayores son los más afectados. Esta situación los conecta directamente con la temida dependencia que marca la diferencia entre sentirse activos o no. La pandemia corrió un velo y visibilizó necesidades básicas que no están cubiertas. La vulnerabilidad tomó mayor relevancia y la brecha digital la intensifica.

Las crisis “prenden la luz” sobre lo que ya está pasando y ponen de manifiesto fallas estructurales que estaban desatendidas. “Entre muchas otras, el Covid-19 visibilizó la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los adultos mayores en Argentina. Pero no se trata de una vulnerabilidad sólo relacionada a la salud física, sino una más integral que nos habla del relato que estamos sosteniendo sobre la vejez y del lugar que le damos a los adultos mayores en nuestra comunidad. Idealmente, esta será una de las tantas cosas que cuando pase el Covid-19 no podrá mantenerse igual. Muchas de las conversaciones que se están dando acerca de esta población servirán de puntapié inicial para generar una sociedad que eleve su condición de inclusiva, esta vez, incluyendo a los adultos mayores”, reflexiona a Infobae, Flora Proverbio,Partner en Ethno Strategy.

Durante la pandemia Trendsity realizó un estudio de 1000 casos total país y entrevistas personales, en las cuales obtuvieron el siguiente tipo de testimonios en hombres y mujeres de la generación adulta:

“Esta pandemia nos conecta con la muerte, por la prepotencia misma del hecho y sus alcances inmensos” (varón, 87 años)

“Me resulta muy difícil aguantar la incertidumbre de todos los días sin horizonte próximo, el encierro y el miedo a esta peste, parece una película de ciencia ficción, sentir que no tenes soporte” (mujer 67 años)

“Por ahora, invertir tiempo en pequeños disfrutes. Esperar que esto pase para volver a mi vida, en algún momento vamos a estar mejor.” (Varón 67 años)

Pertenecer entonces al grupo de riesgo efectivamente pone a los adultos mayores en un lugar que es independiente de sus procesos personales de desarrollo de mayor vitalidad con relación a generaciones anteriores.

En este contexto, el marco afectivo de cada persona resulta fundamental, porque la soledad, acerca la muerte. “El coronavirus ataca y vulnera de manera violenta su propio proceso personal. Establece un lugar y un espacio que si bien tiene condicionantes biológicos vinculados a las propias defensas y a las características de su sistema inmunológico, impacta fuertemente en la subjetividad”,explica Mociulsky.

En ese sentido, por lo menos por ahora, habrá que ver si esta percepción subjetiva es o no retornable, o recuperable. “Es una vuelta atrás en la identidad que los adultos mayores fueron construyendo en esta generación. Identidad vinculada a la potencia, a una actividad mayor que la que tuvieron las generaciones anteriores, a una elección libre de lo que quieren, buscan y pueden para esta etapa de la vida”, dice Mociulsky.

Y agrega: “Nuestra investigación nos muestra que el coronavirus les trae más conciencia de su edad, pero desde afuera. Ellos se sienten con la fuerza y la vitalidad de estar preparados para actividades más activas, y sin embargo el “afuera” les viene a decir: “No importa como te sientas, si tenes más de 65 años sos vulnerable, sos población de riesgo”.

Una mujer de 69 años afirmó en este sentido: “La pregunta es si, en caso de no contagiarnos, tendremos o no la posibilidad de recrear la fuerza vital necesaria para recuperar la identidad atacada por la pandemia, o de construir una nueva pero también vital. Recuperar salud física y también identitaria porque es inevitable saber que el tiempo por delante es menor que el que tienen los más jóvenes para el proceso de reconstrucción que la salida de la pandemia va a requerir.”

En este sentido, la pandemia es “una vuelta atrás en la identidad que los adultos mayores fueron construyendo en esta generación”.

Bernardini dice que la pandemia no golpeó tanto a los adultos pero si transformó algunas cuestiones. “La pandemia nos hizo ver que la idea de muerte y finitud esté mucho más presente. Los seniors se vieron afectados pero también tuvieron tiempo de pensar que hubiera pasado si les ocurría lo mismo 20 años adelante, con 80 u 85. Este tiempo sobre la finitud, genera un efecto de poder replantearse cuál es el propósito en la vida que cada uno de nosotros tenemos de cara a lo que nos queda por delante”, sostiene Bernardini.

Visibilidad que puede abrir oportunidades

En coincidencia con lo que plantea Mociulsky, Campanario está convencido que la pandemia puso en blanco sobre negro la problemática de la generación Senior, para que se visibilice e incluya más a esta porción de la gente. “Desde la situación de los geriátricos hasta como hablamos en los medios despectivamente de los abuelos y la gente adulta, pasando en lo que fue aquel día en que fueron todos los jubilados a cobrar y se agolparon en colas interminables con el virus dando vuelta, o cuando se le es impuso que se queden por obligación en la casa”, ejemplifica el periodista y economista.

Y remarca: “Se puso blanco sobre negro la enorme cantidad de prejuicios que tenemos como sociedad, desde el Gobierno, desde las empresas, desde todos lados, con la generación adulta”.

Aun así, tiene una visión positiva. “Lo bueno de esto es que estamos hablando del tema, de las problemáticas que tiene esta generación, algo que antes ni se hacía”, dice Campanario.

Mociulsky suma entonces la siguiente reflexión: “El hecho de que esta generación haya saltado al centro del debate es una buena oportunidad de replanteo de políticas de inclusión. Esta aceleración de tendencias también puede ser propicia para empujar la atención de este segmento. En la investigación citada, se pueden diferenciar las preocupaciones del segmento de mayores +60s. Es el segmento con mayor preocupación por la corrupción, la justicia y la política en general. Tan preocupados por la salud como quienes están en el tramo de 40 a 59 años”

Sorprendentemente, quienes forman parte de esta generación, son los que se reconocen con mayor cantidad de herramientas para adaptarse a la coyuntura (en comparación con los más jóvenes) según el estudio citado.

También se destacan como combativos (15% mayor a los otros tramos etáreos). La preocupación cala hondo en este segmento más amenazado por el virus. 81% declaró sentirse más consiente de su propia vulnerabilidad y 53% señaló que cree que nunca más volverá a sentirse “a salvo”.

Consumo y tecnología

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En cuanto a la variable consumos, no puede dejar de ser analizada en los adultos. Ellos son quienes mas demandan precios justos y control de la inflación, como así también el control de seguridad e higiene en locales.

¿Y por qué mencionamos esto? Claramente los adultos es uno de los segmentos más atravesados por la cuarentena estricta de fase 1, que los ha empujado fuertemente a “acercarse” a la tecnología. 9 de cada 10 señaló que ahora le resulta evidente la importancia de las telecomunicaciones e internet en la vida cotidiana. Y 8 de cada 10 indicó el informe, no podría atravesar la cuarentena sin conexión a internet, en la misma proporción de quienes se han “amigado” con la tecnología gracias a la cuarentena.

Prueba de ello es que la mitad de los mayores de 60 años empezaron a utilizar o aumentaron la cantidad de videollamadas durante la cuarentena, 40% realizó mas transferencias y optaron por servicios de homebanking.

Según detallan desde Trendsity, 1 de cada 4 pidió a través de alguna app móvil (delivery) durante el 2020, y casi un tercio pidió o compró en supermercados online durante el 2020. E incluso 70% reconoció haber disfrutado mucho o bastante de las compras online que realizó. Un 15% hizo cursos de manera online y 17% empezó a utilizar más aplicaciones.

“Las tecnologías de información, en pandemia fueron necesarias tanto para el esparcimiento, para cobrar jubilaciones, para hacer los pagos y abastecer el hogar, hasta para pedir turnos médicos y de vacunación. Poder acceder a ellas es más que “aprender a usarlas”. Requiere además acceso a un dispositivo (teléfono, computadora), infraestructura y conectividad adecuadas, contención o apoyo familiar, que en muchos casos no se dan”, dice a Infobae Gabriela Bortz, Investigadora CONICET.

De hecho, un estudio publicado en 2020 por la “Argentinos por la Educación” mostró que cada 100 hogares, casi 63 tienen acceso a Internet fijo, pero en cuanto a la velocidad, más de la mitad (54.11%) de las conexiones son de una velocidad menor a 20 Mbps y un tercio (32.52%) de conexiones se encuentran en la zona “roja” de la banda angosta con velocidades menores a 6 Mbps. “Esto inhabilita un gran conjunto de operaciones. Pero sobre todo, no podemos esperar que en un escenario de falta de acceso a bienes y servicios básicos (agua y saneamiento, vivienda digna, energía, redes de telecomunicación) o en escenarios de precariedad laboral exacerbados en la pandemia, estos aprendizajes se den de la misma forma que en entornos con estas necesidades sí resueltas”, agrega Bortz.

Un dato importante que se desprende del informe al que accedió Infobae: la población adulta es el segmento más confundido con las fake news: el 73% reconoció no poder diferenciar entre noticias reales y falsas (mientras que en el total de la población este indicador alcanza a 63%).

Son quienes parecen haber despertado a una mayor conciencia. 80% reconoce que en este tiempo se dio cuenta que puede vivir con menos cosas de las que consideraba “necesarias” (vs 73% total población) 93% cree que esta es una gran oportunidad para repensar el vínculo con el medioambiente (vs 83% total población).

A su vez, son quienes más exigentes se han puesto en su rol de consumidores: 61% reconoció haber dejado de consumir marcas que a su entender no estaban actuando adecuadamente en tiempos de pandemia (vs un 49% en el total población).

El futuro adulto

Estamos ante la gran oportunidad de diseñar políticas, ciudades, productos y servicios verdaderamente inspirados en el segmento”, dice Provervio.

Esta crisis imprime y extiende un sentido de urgencia al próximo gran desafío del futuro cercano: el del envejecimiento de la población. “Estar a la altura del mismo implica un profundo entendimiento del segmento. Para innovar primero es necesario escuchar. Hoy sus voces son mayormente ignoradas y al pensar en soluciones para ellos pocas veces se parte de la empatía, por el contrario prevalece el prejuicio. Pero el COVID-19 nos para en un punto de no retorno: ya no podemos desconocer la relevancia de este gran grupo social. Debemos repensar las formas de cuidarlos y protegerlos, pero esta vez invitándolos a que sean parte de las conversaciones. Al integrarlos y disponernos a escuchar sus deseos, motivaciones y necesidades abriremos muchas más puertas generando así innovaciones, oportunidades, puestos de trabajo y nuevos modelos de negocios”, agrega Provervio.

Bernardini lo plantea en términos de vivir “la nueva longevidad”. Dice: “Podemos pensar o darnos cuenta que la segunda mitad, no es que ser un senior no es perder vitalidad, sino ganar en muchos otros aspectos. Esta nueva longevidad es un fenómeno colectivo porque la gente está viviendo cada vez más tiempo. Los mayores son los que nos muestran cómo deciden vivir de manera diferente esta situación”.

Desde Trendsity concluyen en que los adultos mayores serán cada vez una proporción mayor de la población mundial, y que hoy están impactados por la vulnerabilidad que no es nueva, pero que agudizó la pandemia. “Esta situación es terreno fértil para prestar atención a las necesidades de atención, para derribar mitos y estigmas, concientizar y accionar. Se calcula que representarán una porción importante del PBI, y como vimos en el estudio, tienen una gran capacidad de adaptación, de aprendizaje, de compromiso y mucha experiencia para trabajar con las distintas generaciones”, finaliza Mociulsky.

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