EL TRIBUNO JUJUY
Deseos, mandatos, decisión e intuición. Son muchos y muy variados los factores que influyen en los modelos de crianza de cada familia. A la hora de gestar, parir, alimentar y educar, hay tantas opiniones como personas criando. Un estudio reciente, realizado por la consultora de tendencias Trendsity sobre un total de 400 madres y padres de bebés de hasta 9 meses de todo el país, profundiza en los sentimientos no siempre revelados que comparte la mayoría de las mujeres en esta etapa: los desafíos que presenta la lactancia y la preocupación por el desarrollo de su bebé.
La lactancia ocupa el primer lugar en el ranking de cuestionamientos: 7 de cada 10 madres con bebés menores de 9 meses afirmaron haberse sentido juzgadas en torno a la alimentación elegida para su bebé y un 86% declara que es uno de los aspectos que más causa sobrecarga y agotamiento. A pesar de esto, 4 de cada 5 madres declaran que les cuesta hablar de las dificultades o exigencias que implica la lactancia porque siente que en nuestra sociedad no está bien visto hablar del tema.
La fuente de esa presión, según las mismas madres, muy a menudo son otras mujeres que componen su círculo social más cercano. Esta presión externa se acumula y se traduce en exigencias autoimpuestas: el 73% de las mujeres con bebés menores de 9 meses siente este peso en términos de crianza.
El 67% de las mujeres en el mismo segmento declara sentirse a veces con muy poca libertad o limitada en su vida cotidiana y estas cifras ascienden exponencialmente en los casos en los que los padres, parejas o familiares no se involucran en la alimentación y crianza de sus bebés, o directamente no son parte. Las que más presión social sufren son las que eligen o eligieron la leche de fórmula como fuente principal de alimentación (60%), y las que complementan o complementaron la leche materna con otras fuentes (50%).
Para 6 de cada 10 madres, la leche de fórmula es una buena opción con aval científico para alimentar a su bebé, y ven las alternativas de complementar la alimentación como formas de “poder disfrutar de manera más plena de la maternidad”, “descomprimir tensiones” o “hacer más ligera la agenda y descansar, lo que impacta positivamente en la salud mental”.
La investigación demuestra también que, en términos de vuelta al trabajo y de la búsqueda de equilibrio entre la vida laboral y el desarrollo integral de su bebé, más de la mitad de las mujeres sostiene que ha sentido la doble presión de regresar a trabajar rápidamente después del parto y al mismo tiempo ser una madre “perfecta” enfocada 100% en el bebé y en la lactancia.
En paralelo a los logros de la mujer en relación a su búsqueda personal en las diferentes áreas que componen su vida, los mandatos siguen influyendo a la hora de tomar decisiones. Esto se manifiesta especialmente con la llegada de un hijo, y el despliegue en lo cotidiano de su crianza.
Socialmente percibimos que modelos nuevos de “mapaternidad” se van incorporando, con mayor presencia de los padres y una distribución más equitativa de las tareas vinculadas con el cuidado de bebés, especialmente en su primer año de vida. Sin embargo, las tareas de cuidado en el hogar siguen estando predominantemente a cargo de las mujeres y las conclusiones indican que ella es la más afectada por sentimientos de culpa, falta de libertad o carga mental.
Mientras mujeres y hombres destinan la mayor parte de sus preocupaciones en compatibilizar la relación de pareja con la vida familiar, es interesante cómo se diferencian algunas cuestiones por género. Entre las madres, los sentimientos más destacables son culpa, incomprensión y soledad. Por parte de los padres, se observan mayores menciones relativas a sostener la relación de pareja, compatibilidad con el trabajo y desinformación.
Las formas de maternar y paternar también se redefinen, desde opciones de ejercer estos roles buscando acompañamiento, más en “tribu”, con familiares y personas cercanas elegidas para ayudar en esta tarea. Se amplían así los vínculos sin ser necesariamente sanguíneos, es una ampliación más horizontal, una lógica de red.
La importancia de sentirse informadas y compartir esa información es algo propio de las nuevas generaciones de familias. Madres y padres buscan información, y la información sale a su encuentro. Llega multiplicada y amplificada. Ya sea para hallar datos científicos o para tender nuevas formas de contención, las redes sociales surgieron y se consolidan como espacios de valor a la hora de criar, con sus luces y sombras. Sin embargo, también son fuentes asociadas con la presión y confusión: casi 2 de cada 3 madres coincide en que las redes sociales pueden imponer estándares de lactancia demasiado altos para ellas y eso genera aún más culpa y frustración.
Un aspecto positivo en que el 88% de las madres con bebés menores de 9 meses coincide es que las redes sociales son además espacios útiles y cercanos, tanto para expresarse como para compartir vivencias. Además, a casi la totalidad (92%) le parece importante que se usen estos canales para divulgar información profesional y científica.
La angustia es una sensación compartida por el 71% de las madres con bebés menores de 9 meses, y ese porcentaje incrementa a un 76% entre madres jóvenes (entre 18 y 36 años) y a un 77% entre madres primerizas. El 93% coincide en que los profesionales de la salud deberían brindar más información acerca de los desafíos relacionados con la salud mental de las madres durante los primeros meses del bebé.
Para el vínculo con el bebé, la salud mental de las madres es tan importante como su salud física. Cómo combatir el cansancio, compatibilizar con su trabajo y lidiar con las tensiones de sostener la pareja son solo algunas de las tensiones de la maternidad mencionadas por madres con bebés de hasta 9 meses.
Si bien tanto madres como padres sienten la presión de sus propias exigencias respecto a la crianza de un bebé, los datos varían: en las madres, el 73% declaró haberse sentido presionada en algún momento, mientras que en los padres, ese porcentaje desciende al 52%.
El 75% de las madres que no cuentan con la participación del padre en el proceso de alimentación y crianza de sus bebés declara sentirse con poca libertad en su vida cotidiana, y el porcentaje desciende a 63% en hogares en los que hay dos padres presentes. Estas cifras son prueba de que a pesar de contar con una pareja en la crianza, las mujeres continúan sintiendo la presión de ser vistas como la principal cuidadora.
Ya no parece tratarse de buscar el bienestar de su bebé versus el propio. Madre versus persona. Trabajo versus vida familiar. Lactancia materna exclusiva versus mamadera.
En la transición de la maternidad ideal a la real, empiezan a percibirse el deseo y la necesidad de barrer con el mito de madre perfecta, que a menudo sólo ayuda a generar sentimiento de culpa y deuda permanente. Se percibe cómo las madres, en especial las más jóvenes, valoran la búsqueda de caminos que habiliten la libertad de elegir y la conversación abierta sobre temas que preocupan.
El lado B de la maternidad nos enfrenta al desafío de acompañar subiendo el tono de las voces que hablen de equiparar las oportunidades y los derechos. Con un panorama incierto, cada vez más mujeres y mamás argentinas deben lograr un equilibrio en un hilo delgado, amenazado por mandatos ajenos y exigencias propias.