Bienestar emocional. Estrés, insomnio y ansiedad: ¿cuánta atención le prestamos a nuestra salud mental?

La pandemia dejó huellas invisibles que ahora comienzan a aflorar: un 60% de personas identificó que tenía trastornos, el 45% admitió episodios que afectaron su salud física por el estrés y un 55% vio perjudicadas sus relaciones personales.

LA NACION por Vivian Urfeig

“Cuando llegó a la guardia le faltaba el aire y tenía palpitaciones. La paciente, una chica joven con dos trabajos de home office y un bebé, atravesaba una angustia profunda. Sin ayuda ni guardería, sin límites de horarios ni francos laborales. Las notificaciones del mail la desbordaban por completo”. La situación ocurrió el mes pasado en el hospital Dalmacio Vélez Sarsfield. Y representa una foto de la otra pandemia, la del bienestar emocional que está en jaque. “Cada vez son más los adultos jóvenes con trastornos de ansiedad. El trabajo remoto sin límite, la presión, el temor al contagio y la sobre exigencia encarnan los casos más frecuentes que llegan a la guardia”, explican las licenciadas Cecilia Ficher, psicóloga y Nadia Pérez, psiquiatra, integrantes del equipo de guardia interdisciplinario de Salud Mental del hospital de Monte Castro.

El Covid-19 funciona como un acelerador de urgencias y la pandemia, como el gran agente estresor que deja sus estragos en niños, jóvenes y adultos. Según una encuesta reciente de la consultora Bridge The Gap, el 43.7% de los entrevistados reportó haber sufrido trastornos vinculados a la salud mental. Y un 46.1%, además, reconoció conflictos en sus vínculos personales. Sin embargo, lo que más llamó la atención del equipo a cargo del relevamiento fue que los jóvenes entre 18 y 29 años integraran el grupo que asumió mayores dificultades que la media con respecto a la salud mental. El estudio realizado en mayo de 2021 arrojó un 60% de personas que identificaron trastornos. Además, el 45% admitió episodios que afectaron su salud física por el estrés, y el 55% vio perjudicadas sus relaciones personales.

Entre los niños y niñas los datos también son preocupantes. Desde el Instituto de Ciencias Sociales y Proyectuales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) afirman en un sondeo reciente que el 56% dejó de jugar en forma independiente. El 34% demanda la presencia de un adulto y el 12,4%, de un hermano o hermana. Según la doctora Diana Barimboim, investigadora y docente de la Licenciatura en Psicología, la encuesta realizada entre 509 padres y madres de niños entre 2 y 6 años de clase media de AMBA reveló que: “Los niños y niñas están muy caprichosos, no toleran la frustración y tienen crisis de llanto. Todo lo quieren para ya. No pueden esperar. Las rutinas cambiaron radicalmente. No pueden respetar horarios de comida, de baño, ni de sueño. Los niños se acuestan tarde, les cuesta dormir, se pasan a la cama de los padres, tienen pesadillas y ataques de llanto, entre otros disparadores”, enumera Barimboim.

La misma universidad encaró en 2020 una investigación donde 7 de cada 10 argentinos afirmaban que la pandemia era una fuente importante de estrés. Hoy, la radiografía actual del bienestar psicológico sigue bajo la lupa.

“Sentía el pecho oprimido, como si me estuvieran aplastando. No podía comer nada sólido. Obligada, tomé sopa con cucharita durante cuatro días porque no lograba tragar. Estaba segura que me iban a despedir del trabajo, que no era tan eficiente como suponían”. En tratamiento psicológico y con medicación psiquiátrica, Marianela R., superó el ataque de pánico. Cuando se estabilizó retomó el trabajo remoto en la empresa de marketing digital, incorporó hábitos de alimentación saludables y volvió a sus clases de yoga. “Le adjudicaba el malestar inicial al cansancio y la exigencia. No le di la importancia suficiente, y un día mientras estaba haciendo una fila para comprar algo, estallé, de la nada”, recuerda.

Estar quemados es sinónimo de agotamiento emocional y estrés causado por el trabajo. El síndrome del burnout laboral no es nuevo pero picó en punta, acentuado por el home office pandémico 24×7. “El desgaste laboral puede afectar a cualquier trabajador, cumpla el rol que cumpla. Es una forma inadecuada de afrontar el estrés crónico, cuyos rasgos principales son el agotamiento emocional, despersonalización y disminución del desempeño personal”, según la licenciada Liliana E. Moroni, coordinadora del Equipo Psicopatología del Centro Médico Integral Fitz Roy. “El trabajador siente más carga de tareas y menos tiempo libre-recreativo. A mayor demanda de energía, mayor aislamiento. A partir de allí comienza un desequilibrio entre la vida social y familiar”, explica Moroni.

Los síntomas

Desmotivación, pérdida de interés, poca energía, sensación de estancamiento y baja autoestima. Los síntomas de la depresión también encendieron las alarmas y precipitaron las consultas. Según la Organización Mundial de la Salud es uno de los trastornos mentales más frecuentes que padecen, al menos, 300 millones de personas en todo el mundo.

En Argentina, el 49.9% admite sufrir depresión moderada a severa. Los datos surgen del sondeo que impulsó la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) sobre una base de 2131 entrevistados mayores de 18 años. En tres etapas, la última culminó a principios de año. “La prevalencia de los indicadores de ansiedad moderada-severa, depresión moderada-severa, estrés significativo y trastornos de estrés postraumático han ido aumentando en la población argentina con el devenir de la pandemia, evidenciando valores que sobrepasan significativamente los de otros países”, apunta el profesor Héctor Badellino, doctor en Medicina y Profesor Titular de Biología y Neurofisiología del Comportamiento de la UCES, sede San Francisco (Córdoba), quien coordinó el sondeo junto con la Lic. Emilia Gobbo, y los profesores Eduardo Torres, Emilia Aschieri, Martín Biotti, Valentina Alvarez, Camila Gigante y Mabel Cacchiarelli.

El aumento del consumo de psicofármacos es otra de las señales que enciende la pandemia. Según el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb), la venta creció 28% durante 2020. Y la curva sigue en alza. A los antidepresivos y ansiolíticos, entre otros, se sumaron analgésicos, relajantes musculares y antiácidos. La búsqueda “Causas del insomnio”, otra de las grandes secuelas, trepó 160% en las consultas de este mes, según Google.

El futuro no llegó

Intangible, el aire se transformó en protagonista de estos tiempos inciertos. Su presencia, o más bien su ausencia, determinó diagnósticos certeros. Pero en muchos casos ni los testeos con resultados negativos pudieron modificar esa sensación. “Me falta el aire”, hoy, es una frase que merece más atención. Puede expresar ansiedades que requieran tratamientos específicos. Con el stock de resiliencia al nivel mínimo, el futuro y el sentido del propósito se ven borrosos, como un parabrisas empañado. Cuesta conjugar los verbos proyectar y planificar. De hecho, sólo 1 de 4 argentinos siente esperanza frente al futuro. “Las emociones dominantes son preocupación, en un 69% y miedo, en un 73%”, señala Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity, sobre la encuesta que la consultora. “Nueve de cada 10 argentinos manifestó intranquilidad por la situación actual y por el futuro. El 83% considera que habrá mayor desigualdad económica”, señala. Y agrega que, a pesar de este panorama gris, se observa un amplio consenso respecto del aprendizaje residual que dejará la pandemia: el contacto con la naturaleza, la salud, el disfrute por los vínculos y nuevas habilidades y hobbies figuran como aspectos positivos a largo plazo.

En este sentido, para Diana Barimboim, de UADE, serán los chicos y chicas quienes puedan atravesar y elaborar mejor los surcos de la pandemia. “A través del juego podrán crear significaciones singulares y colectivas”, sugiere.

Se tratará, entonces, de retomar el control y encarar el futuro con una caja de herramientas bien provista. Dispositivos de consulta que habiliten ponerle nombre a las sensaciones, mecanismos colectivos para atenderlas. Gestionar ese vacío silencioso requiere contención y tratamientos profesionales. Tácticas prospectivas para rescatar el bienestar emocional pospandémico.

DÓNDE PEDIR AYUDA: Hospitales Generales; Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS); Centros Integradores Comunitarios (CIC). En CABA y Provincia de Buenos Aires: Salud Mental Responde. Teléfono: 0800 333 1665 (orientación interdisciplinaria)

FUENTES: Matthew Walker, profesor de neurociencia y psicología de la Universidad de California, Berkeley, y autor del libro Por qué dormimos (Ediciones Paidós); Lic. Liliana E. Moroni, coordinadora del Equipo Psicopatología del Centro Médico Integral Fitz Roy. Salud Mental en Cuarentena; estudio del Observatorio de Psicología Aplicada de la Facultad de Psicología de la UBA coordinado por el Lic. Martín J. Etchevers y Dr. Cristian J. Garay. www.argentina.gob.ar/saludmental

Para ver la nota: https://www.lanacion.com.ar/sabado/bienestar-emocional-estres-insmonio-y-ansiedad-cuanta-atencion-le-prestamos-a-nuestra-salud-mental-nid14082021/

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